Había una vez una gaviota que volando llegó sin darse cuenta a un país muy tierra adentro donde no conocían ese tipo de ave; los habitantes al verla se quedaron realmente sorprendidos y la llevaron a palacio para que el rey la viera, todos pensaron que a un visitante tan magnífico tenían que darle un recibimiento y homenaje como merecía y decidieron hacerlo en el templo.

Una vez ahí encendieron incienso, algo que a los pulmones de la gaviota no le hacía nada bien, pusieron musica, que los oídos de la gaviota no soportaban, le dieron de comer y beber cosas que no eran adecuadas para ella.

Después de unos días el corazón de la gaviota se paró.

En ocasiones, creemos que lo que es mejor para nosotros también lo es para los demás, y tratamos de imponer nuestras ideas y costumbres sin considerar que no necesariamente se ajustan a sus necesidades.