Nadie da lo que no tiene. Lo que hay de bueno, atrayente, en las cosas y en las personas, en Dios se da en un grado infinito.

No es bueno conformarse con unos billetes, cuando tenemos la posibilidad y estamos llamados a poseer la “Fabrica de la Moneda”.

El corazón del hombre es de tal magnitud que sólo Dios puede llenarlo: “Nos hiciste, Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. (San Agustín).

No mates ni achiques el hambre de tu alma.

Convéncete: tu apostolado consiste en difundir bondad, luz, entusiasmo, generosidad, espíritu de sacrificio, constancia en el trabajo, profundidad en el estudio, amplitud en la entrega, estar al día, obediencia absoluta y alegre a la Iglesia, caridad perfecta… –Nadie da lo que no tiene. (Surco, 927)

No lo olvides: tanto mejor convencemos cuanto más convencidos estamos. (Surco, 929)

«No se enciende la luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los de la casa; brille así vuestra luz ante los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

Y, al final de su paso por la tierra, manda: «euntes docete» –id y enseñad. Quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también. (Surco, 930)

¿Que es vieja esa idea del catolicismo, y por tanto inaceptable?… –Más antiguo es el sol, y no ha perdido su luz; más arcaica el agua, y aún quita la sed y refresca. (Surco, 937)

Algunos no saben nada de Dios…, porque no les han hablado en términos comprensibles. (Surco, 941)

Créeme, el apostolado, la catequesis, de ordinario, ha de ser capilar: uno a uno. Cada creyente con su compañero inmediato. (Surco, 943)