De joven pensó que lo fundamental para vivir de acuerdo a su proyecto de vida era consagrase a Dios. En el convento brilló por su bondad y fervor y las hermanas la eligieron como superiora. A los pocos meses realizó dos milagros. Santa Oportuna nació cerca de Ayesmes, Normandía, y murió triste en Almenèches, Francia, en el año 770, trece días después de la trágica muerte de su hermano (asesinado por un primo que quería sucederle como obispo).