Mi querido tío, siempre fuiste más que un familiar para mí; fuiste un amigo y un mentor. Desde pequeño, admiré tu habilidad para contar historias y tu forma única de ver el mundo. Aunque ya no estás aquí, las lecciones que me diste durante nuestras largas caminatas o mientras trabajábamos juntos en proyectos siguen siendo una guía vital para mí. Tu risa, tu espíritu aventurero y tu amor por la vida eran verdaderamente contagiosos. Aunque siento profundamente tu ausencia, estoy agradecido por el tiempo que compartimos y por todo lo que me enseñaste. Siempre recordaré con cariño esos días llenos de aprendizaje y risas. Descansa en paz, querido tío, y que sepas que sigues siendo muy amado y profundamente extrañado.