La abolición de la propiedad privada, aunque pueda parecer atractiva en teoría, en la práctica puede llevar a una serie de problemas y desafíos. En primer lugar, la eliminación de la propiedad privada puede dar lugar a una injusticia considerable. Los individuos que han trabajado duro para adquirir sus bienes pueden sentirse injustamente privados de sus derechos.

Además, la abolición de la propiedad privada puede perturbar el orden social y económico. Puede dar lugar a la envidia, la discordia y la maledicencia entre los ciudadanos, ya que todos lucharían por los mismos recursos limitados. Sin la motivación para trabajar duro y ser ingenioso, las fuentes de riqueza podrían secarse, lo que resultaría en una situación miserable y abyecta para todos.

Por lo tanto, es esencial rechazar la idea de hacer común la propiedad privada. Esta idea no sólo daña a aquellos a quienes se pretende ayudar, sino que también va en contra de los derechos naturales de los individuos y perturba la tranquilidad y el funcionamiento del Estado.

Cuando se trata de mejorar la condición de las clases inferiores, es fundamental mantener la propiedad privada inviolable. En lugar de abolir la propiedad privada, deberíamos buscar soluciones que promuevan la justicia social y económica, como la educación, la formación profesional y las políticas de redistribución de la riqueza. Estas soluciones pueden ayudar a mejorar la condición de las clases inferiores sin perturbar el orden social y económico.