Querida mamá, cada día que pasa siento tanto tu ausencia como la fortaleza que me dejaste. Fuiste la guía más constante en mi vida, y cada paso que doy lleva impreso tu amor y tus enseñanzas. Me enseñaste con tu ejemplo a ser fuerte, a perseguir mis sueños con determinación y a enfrentar cada adversidad con gracia y coraje. Aunque ya no estás aquí físicamente, tu espíritu sigue guiándome. En momentos de soledad, puedo sentir cómo tu sabiduría me susurra al oído, recordándome ser la mejor versión de mí misma. Tus risas, tus abrazos, y cada consejo que me diste son tesoros que guardo en lo más profundo de mi corazón. Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar, pero estoy agradecida por cada momento que compartimos y por el amor inmenso que siempre me demostraste. Espero que, dondequiera que estés, sepas cuánto te amo y lo mucho que significaste para mí.