Dios tiene todos los recursos
Érase una vez un sacerdote que, en un pueblo perdido entre la nieve del invierno de Murcia, se dirigía a celebrar Misa. Viajaba en coche y se perdió. Ante su desconcierto, decidió rezar a su arcángel (me ha explicado que todos los sacerdotes tienen un arcángel ministerial).
Entonces suplicó «arcángel mío líbrame de este sufrimiento y enséñame
el camino de vuelta». De repente una liebre blanca como la nieve
apareció de ningún sitio (sería de entre la maleza…; sería una liebre
albina…).
Es sabido muchos cazadores, también en Murcia, cazan liebres
simplemente persiguiéndolas con el coche.
Al sobrepasar a la liebre,
sin atropellarla, situando el automóvil justo encima, la liebre salta
golpeándose el cráneo contra la estructura del coche, con resultado
fatídico para la liebre (estupendo para el cazador). Pues mi amigo
el cura la persiguió y la liebre, sin avisar, le fue guiando hacia el
buen camino; cuando se dio cuenta, pestañeó y se sorprendió: se hallaba
en el camino correcto.