Las gafas del monsieur 

Presencia de Dios. 

Cuentan que el comienzo de la construcción de carreteras en Camerún fue costoso. Los nativos trabajaban bien, de sol a sol, si el ingeniero francés estaba presente. 

Pero si por cualquier motivo el ingeniero debía ausentarse, entonces los peones camineros se buscaban una buena sombra y se tumbaban a la bartola. No sirvió de nada nombrar capataces, que al pedir más trabajo, recibían desobediencias en ausencia del francés. Y, claro, el progreso de las obras era penoso… 

Este despues de meditarlo mucho les dijo:

 – Me voy a tener que ir a la ciudad, pero voy a dejar mis gafas encima de la silla: os estaré viendo todo el rato.

 Y premiaré a los buenos trabajadores y castigare a los vagos. 

Y de esa manera tan sencilla logro que la gente trabajara estuviera el presente o no.