Hace falta pedirle al Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida. Esto nos hace ver que el discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una salida de nosotros mismos hacia el de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los .