Fue discípulo de Jesús y, junto a su hermano Juan, el Maestro les dio el nombre de «hijos del Trueno». Cuando sintió la llamada para seguir a Jesús, algo extraño y divino se le metió en el corazón. Le tuvo mucho amor a su Señor y no dudó en entregar su vida por el Evangelio. Santiago estuvo presente cuando Jesús devolvió la vida a la hija de Jairo y en la transfiguración en el monte Tabor. Su cuerpo se venera en Santiago de Compostela donde miles de peregrinos de toda Europa y de otros continentes van en peregrinación. En todo el mundo cristiano existen miles y miles de iglesias dedicadas en su honor.