Gobierno:
LA PERSONA ADECUADA PARA EL CARGO.
Una
de las razones de que el Imperio Romano alcanzase tales dimensiones y lograra
sobrevivir durante tanto tiempo -una prodigiosa hazaña de gestión- fue la de
que en aquel tiempo no existían ferrocarriles, automóviles, aviones, radio,
papel ni teléfono. Sobre todo no había teléfono.
de las razones de que el Imperio Romano alcanzase tales dimensiones y lograra
sobrevivir durante tanto tiempo -una prodigiosa hazaña de gestión- fue la de
que en aquel tiempo no existían ferrocarriles, automóviles, aviones, radio,
papel ni teléfono. Sobre todo no había teléfono.
Y por consiguiente, era
imposible acariciar la ilusión de ejercer un control directo sobre un general o
un gobernador provincial: no cabía
el recurso al contacto telefónico si surgía algún problema demasiado complicado
para él, ni el desplazarse en avión al escenario de los hechos y resolver las
cosas sobre el terreno cuando tomaban mal caríz. Se le nombraba, se contemplaba
cómo su cuádriga y tren de impedimenta desaparecía al trasponer una colina
entre una nube de polvo y … eso era todo.
imposible acariciar la ilusión de ejercer un control directo sobre un general o
un gobernador provincial: no cabía
el recurso al contacto telefónico si surgía algún problema demasiado complicado
para él, ni el desplazarse en avión al escenario de los hechos y resolver las
cosas sobre el terreno cuando tomaban mal caríz. Se le nombraba, se contemplaba
cómo su cuádriga y tren de impedimenta desaparecía al trasponer una colina
entre una nube de polvo y … eso era todo.
Por consiguiente, no cabía pensar en nombrar a un hombre que no se encontrase plenamente capacitado para el cargo o que no estuviera a la altura de su tarea: se sabía que todo dependía de que fuera el mejor hombre para el puesto antes de que partiera. Por tanto, se tenía mucho cuidado al selecionarle; pero, por encima de todo, uno se cercioraba de que la persona designada supiera antes de marcharse todo lo que hubiera de saber sobre Roma, su gobierno y su ejército.
Peters y WatermanEn busca de la Excelencia p. 316
CATEGORÍAS
Excelencia, Gobierno, Hombre, Persona, Tiempo