Para ver la verdad es necesario tener los ojos limpios: con tierra en los ojos, no se ve nada. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”.
Para conocer la realidad, se requiere una buena dosis de humildad. La soberbia ciega.
¡Cuantas veces estamos borrachos de cosas, y sobre todo, de nosotros mismos!.
de Agustín Filgueiras
¿A ti que te emborracha?.
Un muchacho de dieciséis años preguntaba a su profesor de Religión:
• ¿Por qué, si Dios existe, yo no lo veo?.
• El profesor le contestó con un cuento:
• En la plaza de un pueblo estaba un borracho, con una llave en la mano, enfrente de su casa.
Le vio un amigo y le preguntó:
• ¿Qué haces ahí plantado, con la llave en la mano?.
• Calla –contestó el borracho-. Están girando las casas a mí alrededor. Estoy esperando que pase la mía para meter la llave.
• ¿Por qué, si Dios existe, yo no lo veo?.
• El profesor le contestó con un cuento:
• En la plaza de un pueblo estaba un borracho, con una llave en la mano, enfrente de su casa.
Le vio un amigo y le preguntó:
• ¿Qué haces ahí plantado, con la llave en la mano?.
• Calla –contestó el borracho-. Están girando las casas a mí alrededor. Estoy esperando que pase la mía para meter la llave.
Para ver es necesario estar sobrio. ¿A ti, qué te emborracha?.