En el siglo XVII se puso de moda entre las clases acomodadas las obras del abogado y erudito Quinto Séptimo Florente Tertuliano, famoso por defender el cristianismo en unos discursos ricos en juegos de palabras. De esta forma, bajo el rinado de Felipe IV, a las personas que se reunían para comentar a Tertuliano se las denominó así, tertulianos, y a esas reuniones se las conoció como tertulias.