En el apartamento 666 vivía una señora muy mayor un poco extraña. No se relacionaba con nadie, no salía nunca fuera del apartamento. Las compras las hacía telefónicamente y se las traía un chico del supermercado que tenía prohibido pasar del dintel de la puerta. Allí dejaba las bolsas y allí cobraba su importe. Un día no volvió a abrir la puerta pero nadie la echó de menos. Pasaron veinte años y como las facturas de la luz, del agua y de los impuestos las tenía domiciliadas en una cuenta bancaria y había fondos en ella nadie tenía ninguna queja. El presidente de la comunidad de vecinos intrigado por las historias que sobre ella corrían por el vecindario llamó a la policía, abrieron la puerta y encontraron un esqueleto sentado frente a un televisor encendido. Supieron la fecha de la muerte por el diario que tenía en su regazo. Navidad de 1982. La marca del televisor no la digo porque sería hacer una buena publicidad.