Monje y sacerdote en el monasterio del Monte Sinaí, San Anastasio murió poco después del año 700.

Es, por tanto, uno de los últimos escritores orientales a quienes se reconoce el título de Padre de la Iglesia.

Testigo y defensor de la fe, San Anastasio Sinaíta dejó con frecuencia su retiro para refutar las herejías, especialmente el monotelismo—muy desarrollado en Oriente por aquellos años—, que negaba la existencia de una voluntad humana en Jesucristo. Precisamente la mayor parte de su actividad literaria—poco estudiada aún—se concentró en esta polémica, a la que sólo pondría fin, en el año 681, el Concilio lIl de Constantinopla.

Compuso, además, una pequeña historia de las herejías y de los sínodos eclesiásticos, un comentario al relato bíblico de la Creación, varias homilías y un volumen de preguntas y respuestas sobre cuestiones predominantemente morales.

Entre sus homilías más conocidas se encuentra el Sermón sobre la Santa Sínaxis, donde resume la doctrina sobre la Eucaristía y exhorta a los cristianos a comulgar dignamente.