“Hay épocas en las que la existencia del mal entre los hombres se hace singularmente evidente en el mundo (…). Se tiene la impresión de que el hombre actual no quiere ver ese problema. Hace todo lo posible por eliminar de la conciencia general la existencia de los “dominadores de este mundo tenebroso”, esos “astutos ataques del diablo” de los que habla la Carta a los efesios. Con todo hay épocas históricas en las que esa verdad de la Revelación y de la fe cristiana, que tanto cuesta aceptar, se expresa con gran fuerza y se percibe casi palpable”.

(Juan Pablo II, Homilía en Manila, 3.V.1987)