De pequeño, Pepe creía que su madre era la mujer más guapa del mundo.

Sin embargo, un día escuchó, sin que ellos lo supiesen, la conversación de unos amigos suyos: -¿Has visto qué fea es la madre de Pepe? – Sí, es horrible. Es la madre más fea que he visto nunca!   Pepe salió de su escondite: -¡Eso que decís es mentira! ¡Mi madre es la más guapa del colegio!  

Sus amigos no sabían qué contestar. Al final, uno de los dos le contestó: -Pepe… tú la quieres mucho.

Pero es que tu madre es horrible, va en serio. Fíjate bien hoy, cuando llegues a casa.  

Al llegar aquella tarde a casa, saludó a su madre como de costumbre. Ella estaba cosiendo al lado de la ventana del salón. Se quedó un rato observándola. La madre estaba tan absorta en su trabajo que no se dio cuenta de que su hijo estaba allí, hasta que escuchó un sollozo ahogado. -Pero, ¿qué te pasa hijo?-preguntó sorprendida. -Es que…-al pequeño le costaba empezar.- Hoy en el colegio me han dicho que mi madre era muy fea, y… -¿Y…? -Pues que les he dicho que era mentira.

Pero ahora que estoy aquí, mirándote, pues… Pues que eres super fea, mamá. Es verdad. Eres feísima.  

La madre se quedó en silencio, mirando a su hijo. Su cara no traslucía enfado; tampoco sonreía, tratando de quitar hierro al asunto. Sólo dejaba ver seriedad y ternura. -¿Quieres saber por qué soy tan fea, hijo? -Si… -Cuando eras un bebé, yo era guapísima. Estábamos un día en casa de la abuela. No nos dimos cuenta, pero hubo un fallo eléctrico, y de pronto la casa comenzó a arder.

Todos conseguimos salir; pero cuando estábamos a salvo en frente de la casa, de pronto caímos en la cuenta de que tú no estabas. Así que me metí en la casa, a buscarte. Conseguí sacarte de allí, pero yo me quedé atrapada. Cuando al fin me rescataron de las llamas, se me había quemado la cara. Ahora ya sabes por qué soy tan fea.  

Desde entonces, a Pepe su madre le pareció aún más guapa que antes del “desengaño”.

Juan M