«Tenemos que estar nosotros muy alerta. Es nuestra acción lo que requiere la época. A Europa no le queda más remedio que acostumbrarse a tomar a Dios en serio, o declararle la guerra. Realmente, no es digno, ni de Dios ni de los hombres, limitarse a creer que Dios existe para ser el tutor de todos los necios que le llaman al acordarse de que a veces puede resultar muy útil. Lo declaro abiertamente: para los hombres que reflexionan un poco, no puede existir otra cosa que la elección entre el catolicismo y el comunismo. O bien vivimos únicamente para Dios, o nos veremos obligados a tratar de salir adelante sin su ayuda. Lo que no puede ser es esta vida burguesa y adocenada. Parece como si la gente creyera que la tierra es un restaurante con servicio perpetuo en donde hay que pelearse para conseguir los platos. A los que piensan así, el cielo les parece como un salón de descanso, al que se sube después para tomar el café con lo que sea. ¡Puaf, qué asco!»

(Sigrid Undset, «La zarza ardiente»)