“Modelo del corazón que escucha, de la inteligencia que se deja instruir, de la voluntad disponible al designio de Dios, María es verdaderamente el modelo de la existencia cristiana. No hay en la historia un seguimiento más fiel de Cristo, una personalidad más perfectamente realizada en relación a Él, una invitación más convincente a caminar detrás de Él.

Por el hecho de no poner límites al don de si, de que nada en ella resulta un obstáculo a la acogida de Dios y de los hombres, ella es la anticipación y la promesa de la Iglesia realizada en plenitud. Si su íntima participación en la Cruz le ha enseñado lo que es el pecado, le ha abierto al mismo tiempo a toda misericordia y la ha hecho apta para toda intercesión”

(Cardenal Ratzinger)