El arte de rematar

Comenzar es de muchos… Cuántos comenzamos unas cosas y otras para parar ante la primera dificultad. Las dificultades no deberías ser frenos sino espolón; quedarnos en el buen propósito nos llena de vacío: es quedarse en la excusa barata de lo he intentado… un poquito….

El que se queda en buenos deseos, en buenos sentimientos es tonto: acaba haciendo exactamente NADA. El que lucha por conseguir sus «razonables» objetivos, una y otra vez, lo consigue… Quien me lo iba a decir: con lo torpe que era Fran, que no aprobaba nada sin esfuerzo arduo, ha pasado la selectividad como un campeón. Me lo decía ayer:

– Ya sé cuál es mi secreto: el esfuerzo…

El esfuerzo es el tema de la siguiente anécdota con intención…

Casi fui sepulturero

Esta semana me han ofrecido el puesto de trabajo de peón sepulturero. Sé que ganan muchísimo dinero, por el bote que se acumula por las propinas -doloridos familiares, viudas deshechas, herederos inminentes, no reparan en el color de los billetes-, y que en el cementerio de San Fernando se está muy bien, con sus hermosos paseos arbolados, con sus ostentosos mausoleos taurinos, con panteones familiares neogóticos, con el Cristo de las Mieles. No obstante, por razones técnicas y de contrato que no vienen al caso, he rehusado. Siempre podré decir, de todas formas: una vez casi fui sepulturero. Ese «casi» sirve para todo: «Yo estudio casi todos los días. Casi estudio el lunes, casi estudio el martes, casi estudio el miércoles…»

Extraído de aquí…