Qué curioso que haya gente que se quede después de comulgar en silencio en la Iglesia. Esta es la razón, presentada con la siguiente anécdota

Se cuenta que San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, tenía un feligrés, el cual salía, siempre rápido de la Iglesia, nada más comulgar; hasta que una vez, para hacerle ver la importancia de la presencia real de Dios en su alma, después de comulgar, hizo que un día, dos monaguillos fueran con el feligrés, custodiándolo con dos velas encendidas, hasta su casa.