Don Bosco estaba construyendo un nuevo edificio para sus niños pobres en Turín. Pero en el mes de noviembre uno de los arcos cedió y toda la construcción se vino abajo. Y sucedió que María Auxiliadora estaba por allí protegiendo porque de los 4 obreros que estaban trabajando en ese momento de la construcción, uno quedó suspendido en el aire sobre una viga que no se alcanzó a partir. Otro se hallaba en un rincón y allí la bóveda no se hundió. El tercero se salvó porque se le vino encima una viga pero quedó suspendida en una pared encima de él, y lo protegió del derrumbe de materiales que caían. El cuarto quedó entre los escombros, pero al removerlos lo encontraron sin ninguna herida grave. Sólo algunas pequeñitas heridas, y… el susto que sí fue de tamaño mayor. Todos bendecían a María Santísima por ésta su ayuda tan especial, y Don Bosco exclamó: “Los poderes del infierno nos hicieron una jugarreta, pero seguiremos adelante”.

Y una de esas noches tuvo el sueño de las dos casas: “Estaba muy preocupado por el derrumbamiento del edificio que estábamos construyendo, y en un sueño vi que se me acercaba Monseñor Gastaldi y me decía: “Amigo mío, no se aflija porque se la ha caído una casa. Después se construirán dos casas: una para los sanos y otra para los enfermos”.

Nota: Don Bosco no tenía edificio de enfermería en su colegio y a sus jóvenes enfermos los tenía que enviar a los hospitales, pero allá veían y oían muy malos ejemplos, y él deseaba tener en su colegio su propia enfermería. Y sucedió tal como se fue anunciando en este sueño, allí fueron levantados dos edificios: el que se derrumbó, que se dedicó para clases, y uno nuevo, que se dedicó para enfermería de los alumnos.