Hacerle los recados.

En un pueblo pequeño un sacerdote explicaba a los niños, alrededor de Navidad, el nacimiento del Niño Jesús. Un pequeño, de cuatro o cinco años, conmovido, exclamó:

– Padre, ¡cómo me gustaría a mí estar allí con el Niño Dios para ayudarle!.

– Y tú, siendo tan pequeño, ¿qué podías hacer por Él?.

Quedó un momento pensativo y luego contestó:

– Le haría los recados.

– Bueno. Lo que pasa es que Jesús, siendo Él tan pequeño también, no te iba mandar recados. Tendrías que hacer por Jesús lo que te mandara la Virgen o San José.

– Claro.

– Pues ahora igual. Haz por Jesús lo que te mande papá o mamá.

Un comentario de la anécdota…

«Le haría los recados». Admirable ilusión del niño.

Pues de eso se trata en nuestra vida: ayudar al Señor, «hacerle los recados», lo que nos pide en cada día.
Agustín Filgueiras