“He pasado por el campo de un perezoso, y por la viña de un insensato, y habían crecido zarzas por doquier, los espinos cubrían la superficie, y la cerca de piedras estaba derruida. Al contemplarlo, yo he reflexionado, al mirarlo he sacado la instrucción: un poco de dormir, un poco de sopor, otro poco de cruzar los brazos para reposar; y llegará, como vagabundo, tu propia miseria, y, como un hombre armado, tu indigencia”.

(Prov. 24, 30-34)