Poner una felicidad individual en lugar de Dios aleja de la verdadera alegría que trae Jesucristo y que celebramos en Navidad, advierte el Papa

«Poner una felicidad individual en lugar de Dios aleja de la verdadera alegría que trae Jesucristo y que celebramos en Navidad» es la exhortación que dirigió el Santo Padre en el Ángelus del domingo. La certeza de la que nace la alegría cristiana es la certeza de que «Dios está conmigo, con nosotros, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel».

Y ante quienes dudan de la existencia de tal alegría, Benedicto XVI recordó el ejemplo de la beata Teresa de Calcuta, quien «vivía en contacto diario con la miseria, con la degradación humana, con la muerte, que conoció la prueba y la noche oscura de la fe», «y sin embargo, dio a todos la sonrisa de Dios».

Por eso pidió evitar un camino equivocado, especialmente en Navidad: el camino de buscar la felicidad en el «placer a toda costa», «refugiándose en paraísos artificiales», como el de la droga, «que después se revelan completamente ilusorios».