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QUI COMPRA UN RINOCERONT A BON PREU? (SILVERSTEIN, SHEL)
¿Quién compra un rinoceronte? Yo sé de uno que está en venta con patazas y orejotas y una cola muy contenta. Es mimoso y cariñoso, callado como un ratón, y en las cosas de la casa puede ayudar mogollón… “¿Quién compra un rinoceronte?” es un clásico de 1964 que, con una propuesta estética muy sencilla a base de dibujos sin colorear, sorprende y cautiva por su sentido del humor, su frescura y la habilidad de Shel Silverstein para plantear argumentos divertidos y disparatados bajo una aparente seriedad. Ni el perro, ni el gato, ni el canario, ni los peces son ya la mascota ideal, sino un orondo rinoceronte, cuya presencia en el hogar aportaría múltiples ventajas (y algunos inconvenientes que el autor pasa por alto con generosa indulgencia).

LEOCADIO . UN LEÓN DE ARMAS TOMAR (SILVERSTEIN, SHEL)
Este león tan atípico no solo no huye de los cazadores, sino que los devora y -para defenderse- aprende a disparar con sus rifles. De tanto practicar, llega a convertirse en campeón de tiro. Un día, el dueño de un circo le promete hacerle famoso y refinado si trabaja para él. Le traslada entonces a la ciudad, le pone el nombre de Leocadio, le lleva al peluquero y al sastre, le hace viajar por todas partes firmando autógrafos… Con el tiempo, Leocadio comienza a experimentar las contradicciones de la sociedad moderna: aprende modales, acude a restaurantes, hace ejercicio, practica patinaje, toca la guitarra... Pero ni la fama ni el dinero parecen darle la felicidad. Así, Leocadio cuestiona su identidad: ¿de comportarse como un león, a actuar como un ser humano?

¿QUIÉN COMPRA UN RINOCERONTE? (SILVERSTEIN, SHEL)
“¿Quién compra un rinoceronte?” es un clásico de 1964 que, con una propuesta estética muy sencilla a base de dibujos sin colorear, sorprende y cautiva por su sentido del humor, su frescura y la habilidad de Shel Silverstein para plantear argumentos divertidos y disparatados bajo una aparente seriedad. Ni el perro, ni el gato, ni el canario, ni los peces son ya la mascota ideal, sino un orondo rinoceronte, cuya presencia en el hogar aportaría múltiples ventajas (y algunos inconvenientes que el autor pasa por alto con generosa indulgencia). Destaca la traducción de Miguel Azaola que, respetando la rima de la versión original, no solo reinterpreta con ingenio el texto de Silverstein, sino que además mantiene la estructura en verso.