La Revolución francesa creó, sobre las ruinas del Antiguo Régimen, una nueva comunidad política compuesta de ciudadanos iguales. ¿Qué lugar deberían ocupar los animales a partir de ese momento? ¿Poseerían también derechos? ¿Se podría continuar domesticándolos y comiéndolos? ¿Serían «infraciudadanos» susceptibles de ser protegidos o un simple recurso listo para ser explotado por la nación? Este libro pone de manifiesto la importancia política de los animales en la Revolución francesa: la cuestión de la animalidad estuvo en el centro de los debates revolucionarios. Descubriremos alegatos radicales a favor de un régimen vegetariano y proyectos utópicos de ciudadanía animal, pero también veremos la aparición de un racismo científico que instrumentalizó el descubrimiento de los grandes simios para animalizar a los esclavos negros y oponerse a su emancipación.