La nueva educación propone enseñar desde la empatía, desarrollar la inteligencia emocional, favorecer en todo momento las decisiones de los alumnos, adaptar a los educadores al ritmo de los pequeños, transformar los espacios educativos para facilitar la creatividad, establecer la conciencia ecológica y el respeto de la diferencia como valores pedagógicos centrales, educar por igual el cuerpo y la mente, y por supuesto, sin distinción de géneros... Todo ello con vistas a cumplir una máxima final: el objetivo de una buena educación es un niño o una niña feliz. ¿Ideas nuevas? Todas estas ideas ya existían, perfectamente presentes y organizadas en un libro asombroso y visionario, escrito en 1825 por Charles Fourier.