«Una de las sorpresas de esta obra (?) fue su insólita manera de manejar el idioma. Se trata [de] proponer al lector una nueva y distinta forma de lectura», con esta nota aclaratoria celebraba un grupo de jóvenes intelectuales el final de la hazaña de tra
Cuando, ya instalado en Vence en pleno éxito internacional, Gombrowicz releyó estos cuentos, quedó sorprendido por la juventud que irradiaban, por la respiración del idioma, su gracia. 'Son escribe un artificio reverberante de fantasía, de invención, de humor, de ironía. Esos relatos vibran con cortocircuitos sorprendentes, con visiones inesperadas, bullen de buen humor y juego Hay que reconocer que en la escala de mis posibilidades este libro se encontraba ya a nivel de mis más afortunados logros.' Junto con Ferdydurke y su portentoso Diario, Bacacay es uno de los tres libros de Witold Gombrowicz que sin duda resistirán el paso del tiempo y formarán parte de la pequeña lista de clásicos que cada siglo salva
Bakakaï no es simplemente una palabra exótica evocadora de misteriosas aventuras, sino también el nombre de una calle de Buenos Aires y el título de este libro de Witold Gombrowicz que tiene una historia muy larga y entretenida.En 1933, en Cracovia. Gombrowicz publicó un libro que contenía sus primeros siete cuentos, escritos entre 1926 y 1932. Más tarde, en 1957, vuelve a recogerlos en otro libro, esta vez ya titulado Bakakaï, añadiéndoles tres cuentos más, escritos entre 1933 y 1946. Curiosamente, dispone los textos en orden cronológico inverso, de modo que el último en el índice es, de hecho, su primera obra escrita. Por su naturaleza profundamente impúdica, Bakakaï no vio la luz en la España franquista hasta que, en 1970, Tusquets Editores hizo el primer intento reduciéndolo a tres cuentos, publicados con el título de uno de ellos, La virginidad. Finalmente, en 1974, también en traducción del escritor mexicano Sergio Pitol, apareció Bakakaï en Barral Editores con sus diez cuentos completos. Nos alegra ahora poder rescatar otra vez esta obra de esa espléndida, pero a la vez desafortunada, lista de los libros «inencontrables».Poco antes de morir, Witold Gombrowicz definía así este libro suyo : «Cuando releo estos cuentos lejanos, advierto que hay riqueza en ellos y que vibran sorprendentes cortocircuitos. Confieso, no obstante, que en estas páginas hay un elemento morboso, repelente, repugnante incluso. Es cierto. Reconozcamos a pesar de todo que esos contenidos repelentes pierden repugnancia al convertirse en elementos de la Forma ; su papel es funcional, obedecen a un fin superior : a la creación artística». Hoy, nadie pone ya en duda esta afirmación autojustificativa : Bakakaï forma parte ya de la obra de uno de los grandes escritores de nuestro siglo.
Inicio de Ferdydurke: 'El martes me desperté a esa hora inanimada y nula en que la noche ya está por terminar y sin embargo todavía no ha nacido el alba'. El rapto del narrador y el rapto del lector, es a la vez simultáneo y divergente. El narrador se convierte en protagonista de una aventura insólita y el lector, entre la risa y el asombro, descubre la irrisión de sus convicciones literarias. Fui raptado por Ferdydurke cuando salía de la adolescencia, cuando al entrar en la juventud tuve la certeza de que la literatura estaba en el horizonte de mi vida. ¿Qué podía encontrar mejor que Ferdydurke? Nunca me separé de ese libro, nunca dejé de leer a Witold Gombrowicz. Ferdydurke concluye con 'el nuevo atrapamiento' porque librarse de un rapto que se realiza en nombre de ese juego de lenguaje que se llama la educación cualquiera que sea es convertirse en el portador de una forma que sólo se abandona por otra. El rapto es retorno a la juventud y la huida de esa juventud (de la colegiala en la intriga con el viejo) conduce al peoncito. Las formas que caen dejan al personaje en una fuga sin fin, con la cara entre las manos. El infierno cómico de Ferdydurke, donde el adulto no puede guiar al joven y el joven no puede guiar al adulto, pasa por círculos compuestos por una serie de personajes que, como en el cine mudo, invitan a una risa silenciosa.Witold Gombrowicz es un maestro de la comicidad que descubrió que el hombre no quiere ser Dios, sino que quiere ser joven. ¿No parece cierto?. Ya hablaremos. Germán García