La palabra «mercado» aparece por primera vez en la Biblia cuando Abraham compra a los hititas una tumba para su mujer, Sara. Se empieza a hablar de «beneficio» cuando José es vendido por sus hermanos; la primera gran «empresa» de la historia es la construcción del arca de Noé… La palabra bíblica tiene mucho que decir a nuestra economía y a nuestra vida. Y la formulación de nuevas preguntas «económicas» puede hacer que esos textos digan cosas que aún no han dicho. En este libro, el lector descubrirá en el Génesis un lugar de inspiración siempre nueva para reflexionar sobre los interrogantes fundamentales de la vida y la economía de hoy. El humanismo bíblico nos recuerda que los contratos son ante todo un encuentro entre personas; que el dinero y el beneficio limitan con el bien común; que la tierra prometida hay que amarla y enriquecerla, no ocuparla, pues se habita provisionalmente. Y que las empresas –ya sean aventuras, sueños o actividades productivas– pueden resultar vanas y corruptas, pero también fuente de justicia y de dignidad.