A Prudencio Pérez, alias Sito, lo que más le gusta es escribir cuentos pero, cuando termina sus años de colegio y se hace mayor, acaba trabajando de contable en una oficina. Atrás queda su viejo deseo de infancia hasta que, un día, decide convertirse en el señor Huvez, que vende barquillos y cuenta historias, sin sospechar la mala pasada que le juega su barquillera.