La cerveza, a pesar de su característico sabor amargo, o quizá precisamente por él, lleva apasionando a la humanidad desde hace más de 6.000 años, cuando aparece referenciada por primera vez en unas tablillas sumerias. Egipcios, bárbaros y romanos gozaron de sus beneficios, pero su primera época de oro se sitúa sin duda en la Europa medieval, en las abadías donde los monjes la fabricaban de modo artesanal y guardaban con celo la receta.