Felipe II ha pasado a la historia como un rey depredador, inquisitorial e intolerante. Pero, cuando uno lee sus Memorias íntimas, sorprende que no haga la menor referencia ni a sus inmensos territorios, ni a su ingente poder ni a cuestión alguna religiosa. Sólo a su familia, a sus amores, a sus apasionados y minuciosos conocimientos científicos y a la planificación territorial. ¿Qué pensaba este rey dolorido de la muerte de su hijo Carlos, el príncipe heredero, al que él mandó apresar? ¿Qué tenía que decir de sus presuntos amores con la Princesa de Éboli? Una inesperada suerte ha permitido a José Ramón Arana rescatar del olvido estas Memorias perdidas y nos ofrece una imagen más humana y dimensionada de uno de los hombres más poderosos de toda la historia universal. En ellas se descubre a la persona oculta detrás del personaje.