Se ha dicho de la carta a los Hebreos que es uno de los escritos más revolucionarios del Nuevo Testamento. Su autor se atreve a presentar a Jesús, frente a toda apariencia en contra, como el Sumo Sacerdote definitivo de los bienes eternos. Inspirándose en el ambiente cultual judío de su época, pretende mostrar que Jesús de Nazaret, el Hijo preexistente de Dios, ha establecido un culto nuevo del que Él es, al mismo tiempo, el Sumo Sacerdote de la nueva alianza. Esta forma de predicar a Jesús -Hebreos es un escrito parenético, una 'palabra de exhortación' sobre Jesús- busca desvelar toda la riqueza escondida en su persona, que no aparece a primera vista. Para ello, el autor, que bebe en las fuentes de la primitiva tradición cristiana, 'traduce' los datos más significativos del misterio de Cristo en nuevas categorías teológicas; y muestra así que entre el Jesús del que hablan los evangelios y el Jesús Sumo Sacerdote que él predica no existe ruptura sino plena identidad. La habilidad y él arte con que este predicador se acerca a los misterios más dramáticos de la vida de Jesús -la agonía de Getsemaní, los padecimientos de su muerte, la participación en la vida y en el destino dé los hombres- hacen de su escrito una originalísima presentación de la persona y obra de Jesús, dirigida a provocar la adhesión a Él y a mantenerse firmes en la confesión de la fe verdadera.