En 1946, tres años después de la publicación de los dos primeros fragmentos de Espacio, aparece La estación total con las Canciones de la nueva luz, que desde una primera lectura muestra inmediatamente líneas de contenido paralelas a las del extenso poema en prosa. En este sentido, La estación total se constituye en el umbral que abre el acceso a la poética del último Juan Ramón Jiménez. Radica aquí, según creo, la importancia capital de este libro que ha sido en general y de forma incomprensible bastante desatendido por la crítica. No existe sobre él ni un solo estudio monográfico, a pesar de que abundan las referencias aisladas sobre el mismo. En estas referencias es un lugar común aludir vagamente a su compleja historia de gestación y de publicación.