Se ha convertido en un tópico, a lo largo del presente siglo, la afirmación de que los datos referentes a las divinidades indígenas hispanas son extremadamente escasos, escuetos y confusos. Se ha incidido en que las fuentes casi exclusivas de conocimiento sobre la religión autóctona son epigráficas y en que la información procedente de la iconografía y los textos literarios es, prácticamente, inexistente. Estas afirmaciones tienen un gran fondo de verdad, más aún si comparamos los datos sobre Hispania con los existentes en el resto de Europa occidental.