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EL PERRO DE TERRACOTA . SERIE MONTALBANO (ANDREA CAMILLERI)
Si Un mes con Montalbano supuso una espléndida ocasión para adentrarse en el peculiar universo del comisario Salvo Montalbano, en esta primera novela del mismo personaje publicada en castellano el lector tendrá ocasión de conocer mucho más a fondo la rica personalidad del melancólico investigador siciliano. Diversas tramas surcan las páginas de este libro. Un robo absurdo en un supermercado, el encarcelamiento un tanto estrambótico de un capo de la mafia, un asesinato cometido durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de la firme determinación con que Montalbano afronta la resolución de estos casos, su auténtica pasión es descifrar el contenido simbólico que encierran. «Todo crimen conlleva un mensaje, la cuestión es conocer el código de quien lo ha escrito», le recuerda un excéntrico sacerdote al comisario. Así, el principal protagonista de esta novela —como de todas las que protagoniza Montalbano— es su particular forma de concebir el mundo. Los gestos, los detalles, las apariencias cobran un papel relevante, y el lenguaje se convierte en un instrumento clave para entender la realidad. Unas pocas pinceladas, unas breves palabras le bastan a Andrea Camilleri para dibujar un profundo retrato de cualquier personaje. Su especial destreza en obtener la complicidad del lector, dejando sutiles huellas que sirven de potencial punto de encuentro, no es ajena al extraordinario éxito que ha cosechado con la serie de novelas del comisario Montalbano, verdadero héroe popular en Italia.

LA TEMPORADA DE CAZA (ANDREA CAMILLERI)
Vigáta, Sicilia. Carmelina ?una cabra- fue la novia del hijo cretino del marqués Filippo, y también la afligida viuda porque el bobo apareció muerto un buen día tras un malogrado encuentro con una seta venenosa. Los planes de herencia del marqués se vinieron, pues, abajo de sopetón. Había invertido mucho tiempo y ganas en hacer al primero y, aunque le salió idiota, era un varón y con eso bastaba. Su esposa podía dar fe de ello, los lúbricos y continuados embates del noble señor le dejaron huella en cuerpo y alma. Desde el día de tan terrible pérdida, la pobre mujer se trastornó, aunque nunca se supo si por la muerte del hijo o por la perspectiva de soportar estoicamente los nuevos y desmesurados ardores de Filippo. Así las cosas, el marqués buscó a otra mujer que recibiera su semilla. Lo que sucedió a partir de entonces entre el noble y Trisína ? esposa de uno de los guardias de la casa llamado Pirrotta- sólo lo supieron Dios, el complaciente Pirrotta y toda Vigáta. Poco después, empezó a morirse la gente: algunos, incluso, de muerte natural.