Schopenhauer como educador, la tercera «consideración intempestiva» de Nietzsche, es una vindicación del quehacer filosófico en tanto que actividad libre, profesada por espíritus lúcidos, fuertes y severos, animados de un instinto de verdad más arraigado incluso que el de la vida. Nietzsche vio en el filósofo Arthur Schopenhauer la encarnación de este ideal. «Pertenezco a esos lectores de Schopenhauer que tras haber leído una primera página suya saben con certeza que leerán todas las demás». De aquél aprendió que «vivir es estar en peligro», y que el pensamiento no debe ceder su autonomía ni frente a instituciones que aparentan favorecerlo ni ante la caterva de intelectuales de cátedra y de salón que han perdido el gusto por la sabiduría, aceptan la verdad establecida y proclamada por la mano que los alimenta y, en definitiva, ignoran qué es la verdadera cultura.