De origen desconocido, vivió en el siglo V en la provincia romana del Nórico (entre Baviera y Hungría). Dedicó su vida a la caridad y a la predicación cristiana, pese a vivir en los duros tiempos de las invasiones germanas. En plena descomposición del Imperio y en época de desolación, el tono de su apostolado es la continua, exigente, repetitiva y apocalíptica llamada a la conversión y a la penitencia. Murió en su monasterio de Fabiena tal día como hoy en el año 482.