Hemos nacido libres, desnudos de ataduras. Y cada vez son más las prohibiciones. Fronteras, leyes, están bien, son fruto de muchos sufrimientos. Pero la ley no debe tocarlo todo. No debe tocar las creencias (a no ser que creencias equivocadamente toquen la ley); no deben tocar el derecho a la educación que tienen los padres; ni el derecho a vivir, ni los derechos humanos como es el derecho a manifestar nuestra fe. No debe haber un derecho a la libertad de cada conciencia de elegir su fe y a la vez que se niega el derecho de cada cual a manifestar su fe. Deberían prohibir menos y dejar mayor espacio a la iniciativa privada. Nos damos cuenta, estamos en la calma antes de la tormenta…