En el año 290 fue nombrado Obispo de Zaragoza y empleó su vida en predicar la fe cristiana y evangelizar a sus fieles. Durante la época en la que vivió, la Iglesia sufrió una cruel persecución y Valero fue desterrado a Enate (pueblo cercano a Barbastro). Se retiró a Anet donde se entregó a la oración y penitencia y murió en el año 315 lleno de años y méritos. Es el Santo Patrón de Zaragoza y existe un retrato suyo en el Museo Capitular de la ciudad maña.