Los ejércitos antiguos carecían de tren de intendencia: vivían de donde estaban, rapiñando y devorando aquello que se iban encontrando a su paso. El forrajeo y las partidas de requisa de alimentos eran parte habitual de la rutina diaria, especialmente en un ejército desconectado de sus bases y privado de aliados locales como eran las unidades griegas que intentaban desesperadamente abandonar Anatolia el año 401 antes de Cristo, bajo el mando de Jenofonte. Contratadas como mercenarios por un aspirante al trono persa que resultó derrotado, acosados por el ejército vencedor, los hoplitas griegos se vieron obligados a vagar por lo que hoy es Turquía para regresar a su tierra después de mil padecimientos. Su comandante relataría estos esfuerzos en la Anábasis, o la Retirada de los !0.000. En cierta ocasión, en la zona donde hoy está la ciudad de Trabzon, los griegos rapiñaron unas colmenas que encontraron en el campo. Y el efecto fue devastador; poco después el campamento griego parecías un campo de batalla tras una derrota, con hombres desplomados por doquier, otros enloquecidos y gritando… víctimas de la Miel Loca del Mar Negro.

En esta región de Anatolia, conocida en la antigüedad como el Ponto, abundan plantas venenosas, como ciertas especies de rododendros y azaleas, que producen una familia de sustancias neurotóxicas conocidas como grayanotoxinas. Ingeridas, producen deterioro de la transmisión nerviosa, lo que a su vez causa debilidad muscular, mareos, náuseas, vómitos, descenso de la presión sanguínea e incluso altera el ritmo cardiaco. Los afectados parecen estar muy borrachos; se desploman, no ven bien, se sienten morir. En casos extremos, si la ingestión es elevada, puede producirse parálisis respiratoria, y la muerte. Pero en la mayor parte de las ocasiones tras unas horas de sufrimientos los afectados se recuperan, aunque con resaca. Lo bueno es que nadie comería flores de rododendro; las toxinas afectan a los humanos cuando comen miel fabricada por abejas alimentadas de estas flores. Es la Miel Loca del Ponto.

Los hoplitas de Jenofonte resultaron intoxicados (aunque sin bajas) por esta miel, cuyos efectos desconocían. Pero tres siglos más tarde un astuto asesor del rey Mitrídates VI ‘El Grande’ usó la Miel Loca como arma de guerra, nada menos que contra los romanos, un pueblo y un ejército con los que no convenía enemistarse. En el año 67 .a.C Cneo Pompeyo Magno al mando de sus legiones invadió el Reino del Ponto y se preparó para atacar Trabzon. En el camino sus legionarios encontraron colmenas, y se apresuraron a consumir su miel, sufriendo los conocidos efectos tóxicos. Solo que esta vez las colmenas habían sido llevadas allí por sus enemigos, que sabían lo que iba a pasar a continuación y se aprovecharon de ello. Intoxicados, los legionarios romanos fueron atacados y masacrados por las tropas de Mitrídates. Y por primera, y probablemente única vez en la historia, la miel se utilizó como arma de guerra letal. Hasta la miel tiene historia bélica.

Fuente: Wikipedia