Sobre el año 230 vino al mundo Águeda (o Gadea en castellano antiguo). Nacio en Catania y su propósito fue mantener la castidad por amor a Dios. Tuvo problemas debido a que el Gobernador Quinciano se enamoró locamente de ella. Quería conquistarle y le arrancó el pecho, pero quedó curada gracias al poder de Jesucristo. La reacción del Gobernador le llevó a enviarla a la hoguera. Mientras su cuerpo intacto se consumía repetía: «Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañino. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma».