Callar de sí mismo, es humildad.
Callar los defectos ajenos, es caridad
Callar palabras inútiles, es penitencia.
Callar a tiempo y lugar, es prudencia.
Callar en el sufrimiento, es santidad.
Callar cuando se debe hablar, es cobardía.
Habla poco y escucha mucho,
porque mucho aprenderás y poco errarás.
Habla a los hombres de Dios,
pero antes a Dios de los hombres.