«La razón más fuerte para conservarnos es conocer lo que somos. Creemos ser nosotros mismos las cosas que llevamos: fuerza, honras, poder, lujo, estatura, elegancia personal, habilidades intelectuales… No pensemos que somos eso nosotros.

Poderosa razón para custodiarme a mí mismo es conocer exactamente lo que soy, distinguir entre mí y cuanto me rodea, no sea que neciamente me ocupe de lo ajeno como si eso fuera yo mismo.

Quien se fija en esta vida terrena y considera en gran precio y dignas de preocupación las cosas que contiene, no sabe distinguir lo propio de lo ajeno. Nada de lo pasajero es nuestro (…)

Si te conocieras despreciarías todo el mundo, te desprenderías del error de quienes siguen solo vestigios de la vida. Considera tu propia grandeza y no te desviarás».

(S. Gregorio de Nisa, Comentario al cantar de los cantares, Homilía 2. Realismo: distingue lo propio de lo ajeno)