«En la vida de San Antonio hay un episodio que describe de manera muy impresionante este perseverar con paciencia hasta que «se disipe la niebla». Después de un prolongado tiempo de tentación, Antonio pregunta en tono de reproche: «Señor, ¿dónde estabas tú durante todo ese tiempo? ¿Por qué no te manifestaste enseguida para aliviar mis sufrimientos? Entonces escucha una voz: «¡Allí estaba, Antonio! ¡Aguardaba viendo tu lucha!».

(Card. Shönborn, «Amar a la Iglesia», p. 162-163)