Cuando se reza en voz alta, nos dirigimos a Dios o a la Santísima Virgen, y nos deben entender. Por lo tanto, rezaremos pronunciando bien las palabras, sin gritar, pausadamente, … Procurando ir a la vez que los otros que también rezan en ese momento. Guardando las pausas normales de cada oración; por ejemplo, el Padrenuestro –rezarlo varias veces hasta que suene bien–, el Avemaría, el Ángelus, etc.