«¿Qué se me da a mí que seáis casta con vos misma, puesto que se me da mucho(…) Si andáis siempre rostrituerta, enojada, celosa, pensativa, manirrota, dormilona, perezosa, pendenciera, gruñidora, con otras insolencias desta jaez, que bastan a consumir las vidas de 200 maridos?»

(Miguel de Cervantes, «Entremés del Juez de los divorcios». Desfilan ante el Juez 3 ó 4 matrimonios solicitando el divorcio, por diversas causas. Concluye el Entremés con un canto de unos músicos, que comienza así:

«Entre casados de honor,
cuando hay pleito descubierto,
más vale el peor concierto
que no el divorcio mejor»)