Rocío, alumna de 16 años, es la campeona de la clase de proferir tacos y toda clase de expresiones soeces, malsonantes y ridículas para una chica de su edad.

Es una joven guapa, proporcionada: femenina.

Pero su lengua es la de un marroquí accidentado.

Le digo: la igualdad no consiste en decir los mismos tacos que los chicos, sino muy al contrario.

Me responde: es que estoy tan acostumbrada que me es imposible hablar sin tacos: como un camarero, un borrachillo, un gorrilla o un chulo.

No repito las palabrotas para no manchar la anécdota.

Lo que me llama la atención es que haya muchos más asesinatos y violencia, a pesar de que se legisla una barbaridad sobre la igualdad.

Incluso se hace teorías sexistas, que son plataforma para erradas políticas contra la maternidad, la familia o la vida.

Sigue con un pensamiento sobre feminismo radical e ideología de género…

La paridad real no se impone por ley

Una de las indiscutibles conquistas de las sociedades desarrolladas ha sido la de la igualdad de oportunidades para el hombre y para la mujer. Resulta paradójico que la sensibilidad social de las políticas de algunos gobiernos haya que llevarla a la práctica por medio de la ley, descuidando otros procesos básicos como son la educación y la propuesta de valores. Lo que no tenemos claro es qué significa la paridad en el conjunto de las políticas sociales en ciertos gobiernos. Si por paridad entendemos la eliminación de trabas legales, administrativas, sociales y culturales que impidan a las mujeres el ejercicio pleno de sus capacidades profesionales, bienvenida sea.

La igual dignidad del hombre y de la mujer es una de las bases fundamentales para el progreso de la persona y de las sociedades. Pero si con el argumento de la paridad se esconde la imposición legal de una ideología de género, debemos encender las luces de alarma. Además, con esta imposición arbitraria de la paridad, que puede llevar a lo grotesco, no encontrarán respuesta los problemas de la mujer en el mundo profesional y familiar. La conciliación entre vida familiar y vida laboral, o el desarrollo de nuevas formas de trabajo que tengan presente el genio femenino, serían esfuerzos más fecundos que esta norma de inequívoco sabor ideológico.