Absolutamente nada ni nadie se le puede enfrentar ni resistir. El poder arrollador del Omnipotente, cuando entra en acción, es sólo comparable a un ciclón devastador. Arrasa cuanto se le pone por delante.

La humanidad loca y desquiciada, en el mal uso de su libre albedrío, ha echado un pulso insensato a la divinidad, burlándose incluso de su existencia. Los hombres, en su conjunto, han colmado la medida de su maldad y prevaricación, hasta límites incomprensibles. Admirablemente lo expresa el salmo 13 : “Dice el necio para sí:”No hay Dios”.Se han corrompido cometiendo execraciones. No hay quien obre bien. El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados ,no hay uno que obre bien ,ni uno solo”

Frente a esta obstinación en el mal, apenas han servido de nada los gritos y amenazas de los profetas, los correctivos terribles de la naturaleza desatada, las toneladas de escritos y los ríos de tinta de los pastores de las diversas iglesias, ni los esfuerzos ingentes de millares de predicadores, para hacer recapacitar al hombre, obstinado en el mal y en el pecado.

Pero héte aquí, que Dios no se ha dejado vencer por el hombre y ha intervenido en la historia humana con todo su poder de infinito amor, comprensión y misericordia, para doblegar la rebelde voluntad de su criatura.

Dios ha hablado con el único e incomparable lenguaje de los hechos, el que cualquier racional puede apreciar y valorar. ”Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo unigénito, no para condenar al mundo, sino para salvarlo”.

La pasión y la cruz de su Hijo Jesús, condenado injustamente a muerte como un criminal y sufriendo el dolor físico y espiritual hasta el paroxismo, fue el que reconcilió al cielo con la tierra, al hombre con Dios.

Estamos salvados por el amor infinito y misericordioso de Dios que no perdonó a su Hijo por salvarnos. Para toda la humanidad se ha abierto una salida esperanzadora al túnel negro y oscuro de su maldad.

Este acontecimiento inaudito y singular, es el que nos ha venido a recordar un cineasta católico a marcha martillo-Mel Gibson- con su obra de arte : La Pasión de Cristo.

Estoy seguro que todo aquel que se acerque como espectador, con un mínimo de fe a contemplar esta cinta, experimentará en sí mismo la fuerza amorosa de Dios que le invitará a mejorar su vida y con toda seguridad, la acción poderosa de Dios lo transformará y salvará.

Por el Padre Miguel Rivilla

Año 30 de nuestra era.

En la provincia romana de Palestina, un misterioso carpintero judío llamado Jesús de Nazareth comienza a enseñar públicamente y a anunciar la llegada del «reinado de Dios».

Durante siglos, el pueblo judío había esperado la aparición del prometido libertador conocido como el Mesías -un personaje que les devolvería su antigua dignidad, y les liberaría su patria sagrada de todo mal y sufrimiento-.

En las mentes de muchos, Jesús parecía ser el Mesías.

Rodeado de un grupo central de doce discípulos, Jesús comienza a atraer a una multitud masiva de seguidores de los pueblos de Galilea y Judea, quienes le alabarán como su Mesías y su rey.

Al mismo tiempo, Jesús tenía tambien muchos enemigos en Jerusalen.

El Sanedrin, el consejo de gobierno compuesto por los sacerdotes judíos y los fariseos más influyentes, conspira para condenar a Jesús a la muerte.

Con la ayuda de Judas Iscariot, un miembro del círculo íntimo de Jesús, el sanedrín logra arrestar a Jesús, entregándole a las autoridades seculares romanas acusándole sin fundamento de traición contra Roma. Aunque Jesús les explicaba que su reino era celestial y espiritual, el procurador romano Poncio Pilato, enfrentado con la posibilidad de un motín, ordena expulsar a Jesús de la ciudad y que le crucifiquen como a un vulgar criminal.

Título original: The passion of Christ. Director: Mel Gibson.

Reparto: James Caviezel (Jesús de Nazaret), Monica Bellucci (María Magdalena), Mattia Sbragia (Caifás), Claudia Gerini (Claudia Procles), Maia Morgenstern (María), Sergio Rubini (Dimas), Toni Bertorelli (Anás), Roberto Bestazzoni (Malchus), Francesco Cabras (Gesmas), Giovanni Capalbo (Cassius), Rosalinda Celentano (Satán), Francesco De Vito (Pedro), Luca Lionello (Judas).

Género: Drama

Clasificación: B

Duración: 127 min

País de Origen: USA

Idioma: Latín y Hebreo

Subtitulos: Español

Año: 2004